Mi libro

Grupo de Kibish celebrando un chascarro. Humanos
como nosotros. 200 mil años atrás.

He tenido la gran satisfacción de haber escrito el libro titulado La Evolución Iluminando la Vida Humana, de las Bacterias a las Emociones Sociales, que describe a grandes rasgos la evolución biológica de nuestros ancestros directos, culminando con el surgimiento del lenguaje hablado que completa la naturaleza del Homo sapiens, tarea que me absorbió los últimos 20 años.

Prehistoria es profundizar el presente

Pienso que el factor más relevante del libro y la razón de su título, es el hecho que a medida que nos adentramos al pasado prehistórico de nuestra naturaleza, mostrando el surgimiento de las estructuras biológicas que han ido surgiendo evolutivamente, estamos profundizando en la organización y funcionalidad de nuestro propio ser al presente, lo que nos otorga un conocimiento “iluminador” sobre nuestra propia naturaleza. Esto queda patente si hubiese estructurado el libro al revés, partiendo por el lector frente al espejo e indagando por lo que ve, cuyas respuestas en mayor detalle  las entrega el libro.

 

¿Por qué pensamos y nos comunicamos con palabras?:

Debido al surgimiento del lenguaje, en los últimos 200 a 300 mil años.

 

¿Por qué la frente alta, propia solo del primate humano?:

Nuestros prominentes lóbulos frontales surgieron en el último millón de años, concomitante con estructuras neuronales que “alojaron” al lenguaje.

 

¿Por qué tenemos los ojos al frente?:

Por ser primates y requerir visión estereoscópica para vivir en árboles, a partir de los últimos 45-50 millones de años.

 

¿Por qué tenemos pelos y mamas?:

Por ser mamíferos, surgidos hace cerca de 250 millones de años.

 

¿Por qué tenemos 4 extremidades?:

Porque descendemos de peces-anfibios que salieron del mar reptando hace unos 400 millones de años y tenían ya cuatro extremidades.

 

¿Por qué tenemos cabeza y los órganos de los sentidos concentrados en ella?:

Porque fuimos peces de columna vertebral que percibían el ambiente en el extremo frontal de ella, más de 500 millones de años atrás.

 

¿Por qué surgieron las emociones?:

Por la necesidad de reaccionar rápidamente, su origen data de unos 600 millones de años a la par con el surgimiento del sistema nervioso.

 

¿Por qué tenemos que buscar comida moviéndonos y no creándola sin moverse como hacen las plantas?:

Porque somos conglomerados de células eucariotas heterótrofas surgidas hace unos 1.000 millones de años y éstas no pueden realizar fotosíntesis para crear glucosa.

 

¿Por qué tenemos que respirar (oxígeno) para vivir?:

Porque la energía solar que las plantas acumulan en la molécula de glucosa, solo el oxígeno tiene el poder para extraerla y recargar la “batería” de fosfato de la molécula ATP (Adenosine Tri Phosphate). Esto ocurre en todas nuestras células en organelos mitocondriales surgidos como bacterias unos 3.000 millones de años atrás.

 

¿Por qué compartimos con toda vida existente la transmisión de la herencia a través del ADN (Ácido Desoxirribo Nucleico)?:

Porque la propiedad de esta molécula es que se puede replicar a si misma, datando del origen mismo de la vida unos 4.000 millones de años atrás.

Así, al profundizar en nuestro ser, mirándonos de afuera hacia adentro, nos remontamos más y más al tiempo profundo de la prehistoria. Pero para la realización del libro, escogí el camino diametralmente opuesto, esto es, comencé por el surgimiento de la vida a partir de unos 4.000 millones de años atrás, con el establecimiento de las antiguas arqueobacterias, y cómo la evolución de éstas lleva al surgimiento de la célula eucariota, a partir de la cual se van desarrollando organismos multicelulares de creciente complejidad. Esto lo hice porque es muchísimo más sencillo comprender cómo operan las fuerzas evolutivas al verlas actuar sobre organismos de menor complejidad haciendo surgir de ellos seres de mayor complejidad.

El  libro esta dividido en dos partes, la primera consta de 16 capítulos que nos muestran el desarrollo sucesivo en el tiempo de nuestros seres ancestrales, a partir de arqueobacterias 4.000 millones de años atrás, culminando con la civilización actual.

La segunda parte consta de 14 anexos que son temas reflexivos que surgen a partir del libro y que profundizan la noción de la realidad humana. Quien desee comprender la naturaleza humana necesariamente debe indagar en el surgimiento de la realidad, puesto que por operar en lenguaje, hemos creado una supranaturaleza llamada cultura, la cual tiene la propiedad de manifestarse en las formas y creencias más diversas produciendo profundas diferencias entre los seres humanos y de unas sociedades con otras. Esta trascendente creación evolutiva está realzada en la portada del libro mediante el hogar humeante en torno al cual la necesidad por comunicación social fue creando lentamente el lenguaje en la inmensidad de la savannah africana. Es la imagen que acompaña el inicio de este sitio web, dibujada por mi hijo Ragnar.

 

El músculo condicionó la evolución cultural de la humanidad

Un concepto de gran relevancia analizado al final del libro, muestra que la historia cultural de la humanidad, en los últimos 10.000 años (luego de terminarse la vida nómade prehistórica al surgir la agricultura y comenzar la vida en asentamientos permanentes), ha evolucionado afectada por un componente biológico crucial, que hasta ahora no ha sido tomado en cuenta, sorprendiendo la “invisibilidad” cognitiva que lo ha mantenido “enterrado”.

Se trata de nuestra herencia fisiológica primate, debido a que nuestros ancestros vivieron durante 40 millones de años en bandas jerarquizadas en que los machos se disputaban el poder para tener mayor acceso a las hembras receptivas. Como resultado, se dio una significativa diferencia de porte y corpulencia entre los machos primates y las hembras, si bien disminuyó durante los últimos millones de años.

Las culturas actuales de cazadores recolectores nómades que se suponen iguales o muy similares a la vida en la prehistoria en los últimos cientos de miles de años, tienen en común el libre cambio de los individuos, de cualquier edad desde la pequeña comunidad en que viven a otra comunidad similar compuesta de parientes y amigos. Ésta dinámica imposibilita que se establezca una organización jerárquica, y por lo mismo son llamadas “sociedades igualitarias”. Pero este vivir sin jefaturas, tomando el grupo decisiones en consenso, cambió radicalmente con el advenimiento de la agricultura y la subsistencia en base a plantaciones que requerían el vivir en un mismo lugar.

Bajo los asentamientos agrícolas, las familias necesariamente debían mantenerse viviendo en el mismo lugar y ya no era posible el simple cambiarse de comunidad. La tierra trabajada hizo surgir el concepto de propiedad de la misma, incluyendo los instrumentos utilizados y la cosecha obtenida. La noción de “propiedad” se expandió al área social familiar, donde universalmente se estableció el hombre como “jefe de hogar”, en sociedades cada vez más jerarquizadas.

 

¿Pero por qué los hombres y no las mujeres tomaron el control no solo de sus familias, sino de todas las decisiones de la sociedad en que vivían?

Por la sencilla razón que habían heredado como primates machos, una musculatura del orden de un 20% mayor (en promedio) que la de las hembras. En consecuencia al estar obligada una mujer a permanecer viviendo con su familia, fue el hombre quien lideró y tomó todas las decisiones, incluidos los aspectos morales.

Este cambio de organización social que sobrevino al pasar de la vida prehistórica a la histórica a partir de la agricultura, ha permeado total y profundamente todas las dimensiones culturales en todas partes del mundo. Así se constituyeron las sociedades  humanas como básicamente patriarcales, en que la mujer pasó a tener una categoría entre servidora y esclava para los hombres, lo cual está reflejado en las creencias espirituales de todas las culturas, ya que las religiones son a su vez creadas y manejadas por hombres. Siendo a su vez las divinidades mismas, figuras masculinas. Yahvé, Dios Padre, Jesucristo Hijo, Alá, Mahoma, Brahma, Vishnu, Shiva, Krishna, Odín, Zeus, Júpiter, etc. Así, las divinidades masculinas son fiel reflejo de la sociedad patriarcal que las creó, a la vez que asientan y reivindican el poder creador masculino sobre el femenino como proveniente de las potestades divinas. Una aparente excepción es la cultura sintoísta japonesa, en que la gran divinidad es la diosa-Sol Amaterasu, lo cual es una ironía sin nombre, porque la religión sintoísta hace descender de Amaterasu al emperador de Japón, bien conocida su cultura por ser una de las más patriarcales del mundo.

Fue muy común que los emperadores de grandes culturas se autoproclamaran a su vez como dioses, cerrando así el trágico círculo de dominación del hombre sobre la mujer. Alejandro Magno, el emperador de Roma, el rey de Francia, y en general todos los reyes proclamaban su status como santificado por el dios de su cultura teniendo el poder incluso de condenar a muerte a la reina. Así, si bien en su origen la mujer fue dominada nolens volens por el hombre por su mayor musculatura, la evolución cultural basada en mitos y creencias llevó a las mujeres a ser enteramente apéndices del hombre (la “costilla” bíblica), por definición divina. Se sella así en ellas un destino sicológico de dependencia cultural muy difícil de romper, puesto que las propias creencias religiosas de las mujeres reivindican tal estado de cosas. Basta ver en el cristianismo la total diferencia de “poder espiritual” entre el ser sacerdote y el ser monja. Estas no tienen ni de cerca ninguno de los grandes poderes de perdonar pecados, dar misa ni llegar a ser autoridades eclesiásticas, y sin embargo, tal cultura religiosa está por completo ciega a la historia por la cual sus creencias evolucionaron para darle todo el poder a los hombres.

Libro

La columna vertebral que le da estructura conceptual al libro escrito por mí, se basa en la introducción de la noción de “súper organismos” (Cap. 16 & Anexo Somos Matriushkas).

Este principal concepto nos hace ver que el portentoso desarrollo de la inteligencia humana no tiene que ver con una facultad privativa de individuos superdotados, sino con la co-adaptación cooperativa entre organismos individuales constituyendo súper organismos, sean estos biológicos o de  civilización. 

 

© ROLF BEHNCKE | Explorador